Ciencia aplicada desde La Araucanía podría revolucionar la industria cosmética mundial. Investigadores de la Universidad de La Frontera desarrollaron una emulsión ecológica basada en una bacteria antártica, capaz de reemplazar compuestos químicos en productos cosméticos, con múltiples aplicaciones sostenibles a nivel global.
|
Investigadores de la Universidad de La Frontera (UFRO) lograron formular una crema cosmética sustentable usando un biosurfactante microbiano de origen antártico. La tecnología, que ya está en proceso de licenciamiento, destaca por reemplazar emulsificantes químicos con un compuesto natural, no tóxico y biodegradable, capaz de funcionar en ambientes fríos. El hallazgo surge del trabajo de la Dra. Olga Rubilar y el Dr. Claudio Lamilla Mardones, investigadores del Centro de Biotecnología y Modelamiento de Sistemas Ambientales (CIBAMA) de la UFRO. A partir del aislamiento de una bacteria del género Streptomyces en suelos rizosféricos de la Antártica, lograron formular una crema cosmética que utiliza un biosurfactante natural como emulsionante, a partir de aceite reutilizado. La cepa, identificada como Streptomyces luridus, crece en condiciones extremas y produce biosurfactantes no tóxicos, estables a altas temperaturas y activos en ambientes fríos. “Mientras otras cepas requieren temperaturas superiores a 30 °C para producir biosurfactantes, esta funciona en frío, lo que reduce significativamente los costos de calefacción industrial”, explica el Dr. Claudio Lamilla, graduado del Doctorado en Ciencias mención Biología Celular y Molecular Aplicada de la Universidad de La Frontera. Este biosurfactante permite estabilizar mezclas que normalmente se separarían, como el agua y el aceite, funcionando como un agente emulsionante, humectante y detergente biodegradable. Es, además, menos agresivo para la piel y el medioambiente en comparación con los compuestos químicos utilizados tradicionalmente. INNOVACIÓN CON IMPACTO REAL El prototipo de crema formulado por el equipo UFRO demostró alta estabilidad, suave textura y una vida útil comparable a los productos comerciales. “Tenemos muestras almacenadas hace más de un año sin separación de fases ni malos olores”, destaca Lamilla. Más allá del ámbito cosmético, esta innovación tiene proyecciones en sectores como la alimentación, la farmacología y el medioambiente, con potencial uso en la biorremediación de derrames de petróleo o como aditivo alimentario. Incluso se exploran propiedades probióticas o metabólicas. “Si emulsifica aceites en la piel, ¿por qué no podría hacerlo en el tracto digestivo? Un científico nos comentó que podría tener hasta efectos adelgazantes”, comenta el investigador. CIENCIA DESDE TEMUCO CON PROYECCIÓN MUNDIAL El desarrollo nació como parte de la tesis doctoral del Dr. Lamilla en el Programa de Doctorado en Ciencias mención Biología Celular y Molecular Aplicada de la UFRO. Hoy, la tecnología tiene proyección de licenciamiento y transferencia, con una empresa biotecnológica nacional (N-active) interesada en escalar el desarrollo. Fundada en 2004, N-active se especializa en soluciones naturales innovadoras para las industrias cosmética y nutricosmética. La UFRO, sin infraestructura industrial para fermentación a gran escala, proyecta alianzas público-privadas para escalar la producción. “Queremos transferir este conocimiento con respaldo institucional. Lo que se ha hecho aquí es ciencia de frontera con impacto concreto”, enfatiza Lamilla. INNOVACIÓN SOSTENIBLE Y REGIONAL La universidad busca ahora avanzar hacia la formulación de nuevos prototipos, incorporando funciones específicas como protección solar, antioxidantes, o despigmentantes. La meta es patentar el compuesto y desarrollar un paquete de transferencia tecnológica robusto. La UFRO se posiciona, así como una de las pocas universidades chilenas desarrollando innovación cosmética con base microbiológica. “Podemos competir con grandes marcas desde Temuco, con ciencia aplicada, sustentable y de frontera”, afirma el investigador. Este desarrollo biotecnológico representa una alternativa concreta frente a la creciente demanda global por productos más naturales, seguros y sostenibles. Desde el sur de Chile, una pequeña bacteria antártica podría marcar una gran diferencia en la forma en que se produce y consume cosmética en el mundo. Andrea Poblete Pacheco |